jueves, 18 de agosto de 2011

Pulgas tras el velo

"Se alza el telón. No sé qué hago aquí, no me lo pregunto, prefiero limitarme a vivir lo que el escenario depara mientras me pongo mi máscara de porcelana. La gente no aplaude, ¿será por mi? prefiero no saberlo y mostrar qué hay detrás del velo junto a mis compañeros. Me empujan, soy demasiado pequeño, y cuando me doy cuenta en último plano me encuentro. Hay varias sombras a mi alrededor, prefiero estar con ellas, es lo mejor.

No entiendo la escena, me parece aburrida y creo que el público se irrita. Desenfundo y me adelanto, la actuación es pésima y me da un arrebato de alzar la exclamación de aquellos que no muestran admiración. Pero ellos me lo impiden, no se dan cuenta de que la obra tan obsoleta no es agradable. Peleo como puedo, todo es poco contra ellos, pero en el momento en el que mi máscara se desata de mi rostro, una sombra toma mi hombro y me empuja, me excluye de la obra. No vale la pena, dice, no es nuestro trabajo. ¿Acaso estoy destinado a caer tan bajo?

Observo las sombras y me parece que han cambiado. No son ellas, soy yo, todo es fruto de mi frustración. Mi rostro aún sigue embozado, aunque nadie se ha dado cuenta, sólo soy para ellos lo que sería cualquiera, aunque prefiero que no lo sepan. La obra termina y el público aplaude, aunque nosotros, las sombras, somos conscientes del fraude de los actores que, a pesar de que ganen, nos guardan rencores.

La gente se alza de sus toscos sillones, los actores se marchan, las sombras desaparecen, y yo... me gustaría que me viesen. Soy libre, no soy un mediocre actor, tampoco un espectador, y aunque las sombras me cobijan, sólo ando por donde mi destino elija. Retiro mi máscara de porcelana, ahora ya estoy vivo otra vez, tan sólo las sombras podrían verme diferente, no es él el de la obra, dirían. Bajo del escenario, quizás alguien pueda escucharme, quizás pueda ayudarme a no conventirme en eso que detesto, sólo una sombra... sólo eso."

Basado en la analogía de los relatos de Damián Astarte.

viernes, 12 de agosto de 2011

Vale, nos importa una mierda lo que dices, pero... ¿quién eres?

Me alegra que me hagas esa pregunta, tenía muchas ganas de dar riendo suelta a mi egocentrismo.

Nací en la noble villa de Aguilar de Campoo, en la provincia de Palencia, allá por Septiembre de finales de los 80. Puede que te suene su nombre por poseer la industria galletera más importante de España (de hecho, es más que probable que las galletas que comes todos los días en el desayuno provengan de allí). No sé si tuvo tiempos mejores o es que en mi infancia no percibía las carencias que tiene, pero lo cierto es que actualmente no pasa de ser un pueblo tranquilo, muy recomendable para pasar un par de semanas en verano, sobre todo si vives en un lugar donde hace mucho calor.

A los 13 años me mudé a Torrevieja, provincia de Alicante, lugar en el que vivo actualmente después de haber dado un par de vueltas por la vida. Ojalá pudiese recomendaros este lugar en alguna época del año, pero no quiero quedarme sin lectores. Resumiré diciendo que es un lugar peculiar.

Referente a mis estudios, no voy a presumir de tener únicamente el Graduado de E.S.O., pero tal y como está el patio, podría hacerlo. Me metí en Bachiller una vez finalizado lo anterior, pero apenas duré dos semanas, y comprendí que, en realidad, odiaba estudiar. Aprendiendo de mis errores como buen humano, opté por cursar un grado medio de Explotación de Sistemas Informáticos, el cuál sí conseguí acabar. No pasé del 4, mayormente debido a que no puedes dar una clase a un friki permitiendo que tenga su propio ordenador, y esperar que te atienda. Actualmente voy a estudiar idiomas, y es posible que vuelva a retomar este módulo ahora que mi pasión por los videojuegos se ha frenado un poco. Quizás cuando cumpla los 25 años intente meterme en la universidad (sí, soy un vago redomado).

Prefiero no hablar sobre mi triste experiencia laboral. Únicamente dejaré claro que la tengo.

En mi tiempo libre me dedico en gran parte a la escritura, que es para mi una de esas pasiones lo suficientemente importantes como para que nunca vayas a dedicarte a ello de manera profesional. Comencé escribiendo relatos cortos referidos a mis personajes en el videojuego Neverwinter Nights, y fue entonces cuando descubrí que me fascinaba la literatura medieval o medievo-fantástica. Quise ir un poco más allá y, junto con un buen amigo que conocí en este mismo videjuego, comenzamos una novela basada en la ambientación de Reinos Olvidados llamada El Orbe de Tymora, y más tarde comencé un anexo a ésta en solitario, Éowÿl, relatos de una sombra. Hasta ahora ninguna de ellas ha visto la luz terminada, pero guardo lo hecho con mucho cariño, y espero que algún día saque el tiempo y las ganas necesarias como para escribirle un final. Por otro lado, comencé o tengo ideas plasmadas de algunos libros que, menos uno, ninguno de ellos tiene que ver con este género literario. Entre ellos cuentan Creencias de un ateo: misantropía, Guía de la Dominación Mundial y Quimera. Por otro lado, estoy confeccionando, recurriendo a mis raíces frikis, 15M, el juego de rol. Creo que tiene una salida muy buena, y qué coño, me reiré un rato a la par que me emocionaré. Con gran orgullo finalizo el párrafo diciendo que con Koke Sada (un tío loco donde los haya, pero que escribe de puta madre) abriremos una revista digital llamada El Lobo Estepario. Espero que este ambicioso proyecto, lejos de ser un gran existazo (que oye, por qué no), consigamos llevar un poco más allá nuestra visión de la cultura.

En cuanto a gustos musicales se refiere, predomina sobre todo el power metal, aunque no hago ascos a otros géneros derivados del heavy (véanse mis pintas. Eso sí, ODIO que me llamen heavy). Poco más puedo resaltar sobre esto.

Y nada más por el momento. Me llamo Unai Rojo García, y no soy de izquierdas, es que es mi apellido.


jueves, 28 de julio de 2011

Yo lo maté.

La contaminación que convertía el aire en algo difícil de respirar y el ruido que apenas dejaba pensar hacían de Madrid una ciudad desquiciante. Únicamente la muerte conseguía que pudiese pensar con claridad, el olor de la soledad, y el ligero tacto de la fría piedra de las lápidas al pasar tan cerca de ellas que conseguían acariciarme, como si deseasen que mi cuerpo fuera el siguiente en reposar bajo camposanto. Desde pequeño deseé que, el día que muriera, me incinerasen y lanzaran ese polvo de mi cuerpo al mar. Con ocho años despertaba eventualmente con la imagen grabada en la retina de mi cuerpo engullido por pequeños gusanos que, sin saber de dónde, sacaban unos colmillos de aspecto temible y devoraban cada trozo de mi piel con una lentitud tan exasperante que deseaba golpear mi cabeza contra el suelo para destrozar mi cráneo y acabar con aquella agonía. Más nunca lo conseguía.

No solía cruzarme con nadie en aquel lugar, pero esa fue la primera peculiaridad del día: era una mujer que, si bien su mirada reflejaba la cercanía a la cuarentena, su hermoso rostro podía pasar por el de una chica que rondase los veinticinco años. Su indumentaria de luto constaba de un vestido tan negro como el azabache, acompañado de unos guantes que no dejaban ver ni ápice de su pálida piel, y una fina cadena dorada que reflejaba los escasos rayos del Sol de Otoño. Pasó a mi lado con la cabeza gacha, dejando tras de sí un perfume que para un ciego hubiese inspirado elegancia, sutil pero sofisticado, como una aceituna en una ensalada común.

Tan pronto como se extinguió, otro nuevo aroma llamó mi atención, haciéndome sentir un perro policía tras un rastro de heroína: era una mezcla del olor de la tierra removida y húmeda, la humanidad y, por supuesto, la muerte. Era irónico que en ese lugar rara vez oliese así. Mis pasos me detuvieron en frente de una lápida del mármol más limpio que había contemplado en mi vida, donde decía así: "Juan Manuel Pérez Arguella, nunca te olvidaremos, D.E.P.". Rapidamente atiné a recordar por qué aquel nombre me sonaba de algo; el día anterior había oído en el noticiario de la tarde que Pérez Arguella había sido asesinado en un atentado, en el que se habían conseguido detener a los presuntos culpables. Pensé que seguramente nunca se volvería a escuchar el nombre de aquel que, en ese momento, reposaba desfigurado en un frío ataúd.

Pero lo cierto es que yo lo había matado. Y no había sido el único. Su mujer también lo mató, y toda su familia. Sus amigos habían sido cómplices, y posiblemente su jefe había dirigido toda la compleja misión. Su hijo fue testigo, y su perro era demasiado estúpido como para haber participado. Nos resultó tremendamente fácil: fue tan simple como haber dejado que alguien con una idea que, independientemente de si era equivocada o no, deseaba imponerla por encima de todas las demás, activara un mecanismo que hizo estallar una bomba justo cuando él pasaba al lado del banco como cada día desde hacía varios años. Ni siquiera hubo que pedírselo, aquel tipo nos leyó el pensamiento y entendió que todos le odiábamos, que nadie en la faz de este mundo sentía siquiera indiferencia por él, sino un odio tan apoderado que tenía como única salida, como único remedio, hacer que Pérez Arguella desapareciese.

Ningún policía nos preguntó. Ningún juez nos condenó. Así funcionaba la justicia.

Volví a casa con paso lento, pensando que en aquella tumba había dejado un pequeño trozo de mi alma.

Dedicado a las víctimas de Noruega.

jueves, 21 de julio de 2011

Partido político DRY: ¿Funcionaría?

Para dar esta opinión personal (y aprovecho la frase para recalcarlo), me gustaría hacer especial ahínco en las cosas que verdaderamente creo que son trascendentales, aquellas que provienen de la lógica más que de el estudio. Dicho esto, comencemos con la introducción de rigor.

Desde que Democracia Real Ya comenzó, y al ser uno de los movimientos del 15M del que más eco se ha hecho, y yendo así de la mano, uno de los que más activistas tiene, en cantidad de ocasiones nos hemos encontrado con gente que ha planteado si este movimiento ciudadano podría llegar a constituirse como un partido político. Las opiniones no han variado demasiado entre el "es necesario" y el "no debería", pero antes siquiera de tomar una decisión, el primer paso debería de haber sido preguntar: ¿Es posible que un grupo como DRY pudiese funcionar como un partipo político?

Desde luego, y a simple vista, DRY reúne unas pautas que se muestran atractivas hacia esta idea, pero tras mucho meditarlo, yo he llegado a la conclusión de que NO sería posible, por lo puntos que expongo a continuación:

- Porque su organización hace que sea de lenta decisión. Ideal es que para un partido demócrata se tengan en cuenta las opiniones de todos sus afiliados y que actúe en consecuencia, pero esto hace que haya que establecer una periodos normalmente largos para llegar a una decisión hacia cualquier punto, y en la política siempre tienes que estar aventajado en decisiones para ir un paso por delante. Además, los movimientos de DRY como partido político se harían, cuanto menos, predecibles.

- Porque hay portavoces y no líderes. En un grupo que quiere ir hacia algún lado es necesario que haya una idea que se vaya formando o cambiando, pero siempre con alguien que lleve un poco la voz cantante. Esto genera aceptación por parte de unos y descontento por parte de otros, pero la dirección se hace más clara, mientras que un grupo con una organización que depende de todo el colectivo se acaba haciendo difusa, normalmente por las batallas de egos que se generan. Así somos los humanos, nacimos para querer liderar.

- Porque sus ideas hacen que sea el blanco de toda la competencia. Los partidos políticos que ahora intentan apropiarse del movimiento porque son conscientes de la repercusión que tiene en las personas, y por consiguiente, quieren desviarlo hacia sus propios fines, hacen esto porque DRY se trata de un movimiento ciudadano que actúa en la calle y no en el congreso. Pero si vieran que esa misma gente se sienta con ellos en las tomas de decisiones, ¿dejarían que sus votos fueran desviados hacia otro partido político? Creo que todos pueden ver que no tendría mucho sentido.

Esta es mi visión acerca de esta pregunta que se ha hecho prácticamente desde que DRY comenzó a existir. Lógicamente, es posible que haya sobreentendido muchas cosas acerca del funcionamiento de un partido político así, pero si no fuera de esta manera, poco se diferenciaría de todo lo demás.

En definitiva, creo que DRY como partido político no funcionaría por ser demasiado democrático.

Otro que se escapa

El Míercoles 20 de Julio del 2011, el señor Francisco Camps, presidente de la Generalidad Valenciana, presentó su dimisión. Afirmó que, pese a esto, el era "inocente, completamente inocente", y al parecer, el salpicón que podría caer a su queridísimo partido político podría haber sido gordo. Algunos se alegrarán, otros lo lamentarán, y sus más fieles seguidores lo recordarán como ese héroe que sacrificó su puesto por el bien de un colectivo como es el Partido Popular.

Sin embargo, y gracias a una compañera estudiante de derecho (Miriam G., un saludazo), algunos hemos descubierto que la realidad no es ni de una manera, ni de la otra. Todos los que querían (queríamos) verle picar piedra a este esperpento nos emocionamos cuando vimos que en ese libro de monólogos que llaman La Constitución, en el artículo 420 CP, contemplaba que una pena por cohecho impropio (imputación adjudicada a Camps), era de 2 a 4 años de prisión, de 12 a 24 meses de multa e inhabilitación de empleos o cargos públicos de 3 a 7 años. A algunos nos sonaba aún bastante injusto (sobre todo el último punto, que considerábamos que era de cajón que alguien así estuviese inhabilitado de por vida, ¿o acaso a un médico que hace mal su trabajo no le quitan la licencia para ejercer?), pero nos encontramos con una cruda realidad.

Agárrense: las imputaciones por la trama Gürtel fueron asignadas antes de que esta reforma fuese vigente (desde Nochebuena del año pasado). Por ello, esta gente, entre ellos el señor Paco, se someten a la antigua normativa, la cuál dictamina en el artículo 426 CP que la pena por cohecho impropio es de una multa de entre seis y tres meses. No busquen más, es que no pone nada más.

Concluyendo, los que pierden no pierden tanto, y los que ganan, no ganan nada. Creo que estas son las cosas que pasan cuando con individuos como estos nos atenemos a lo que pone en un librejo en vez de dejarnos llevar por el sentido común. Dudo que este tipo vuelva a la política si finalmente es declarado culpable, pero seguro que lo que le queda de vida vivirá tranquilo, e incluso igual hasta le vemos de veraneo por Torrevieja, como buen hijo adoptivo del pueblo que es. Mi propuesta es que, si bien a niveles legales no tiene ningún tipo de validez, hagamos saber todos aquellos que no nos conformamos con esa irrisoria multa que lo que queremos para él es que se dé cuenta de que "eso no se hace". Bien sea a través de firmas, o haciendo uso de cualquier plataforma de Internet que tengamos la seguridad de que vaya a tener la suficiente repercusión como para que esos de arriba se enteren de que el pueblo está descontento.

Porque el pueblo está descontento.

domingo, 17 de julio de 2011

Razón

Oídos sordos y ojos ciegos
hacia la verdad que nos rodea.
¿No sería más fácil aceptar?
¿Acaso importa?
Podemos continuar.

En la imperfección
hay una belleza que ignoramos.
Si tuviese que describir mis sueños
sólo diría que nunca se cumpliesen,
que mis manos no rozaran el cielo
ni que el tiempo se detuviese.

Fantasmas acechando,
tantos "por qués" y tan pocos "porques"
que atormentan la mente de aquellos
que todo lo clasifican.
La eterna pelea por lo que nunca conseguiremos,
eso es lo que significa.

Si deseas algo para siempre
hazlo una meta inalcanzable,
lánzalo lo más lejos que puedas
y pon piedras en tu camino.
Nunca lo consigas;
siempre intenta conseguirlo.


viernes, 1 de julio de 2011

Me gustaría saber...

Me gustaría saber cómo se puede amar a alguien. Cómo chasquear los dedos a razón de nada, me gustaría saber cómo andar e ir hacia adelante, cómo sentarme sin estancarme. Me gustaría saber cómo acariciar tu rostro sin que llores, cómo volver, cómo reir con un mal recuerdo. Me gustaría saber cómo creer sin ver, cómo cerrar los ojos y olvidar.

Me gustaría saber cuál es el secreto que hace que el odio no muera, cuál es la fórmula perfecta para tocar el fin. Me gustaría saber cuál es la razón, cuál de todos mis allegados se irá y cuál de todos los desconocidos vendrá. Me gustaría saber cuál será el día que todo cambie, cuál será aquella persona que haré feliz sólo con existir, cuál será la carpeta que contenga mi vida perdida.

Me gustaría saber cuánto cuesta un suspiro, cuántas vidas hacen falta para morir. Me gustaría saber cuánto tiempo necesito para pensar, cuántas son las lágrimas y cuánta la sangre que corre por culpa de nuestra desidia. Me gustaría saber cuántas personas pensarán en sus sueños rotos, en si algún día volverán a alzarse.

Me gustaría saber por qué busco la respuesta a estas preguntas.

Me gustaría saber quién soy.

¡Escucha!

Siempre me he preguntado por qué tendemos a fijarnos en las cosas que menos nos importan. Una conversación ajena en el metro, los zapatos de esa mujer, la verruga de la bruja... esos pequeños detalles que nunca pensamos que, pasen o no pasen desapercibidos, nunca nos afectarán en nuestra vida y, sin embargo, nos lleva la vida saberlas.

¿Es por ego? Posiblemente. Nuestro deseo de ser mejores no está impulsado por el afán de ayudar al prójimo, sino de estar por encima de alguien y sentir que no somos el último peldaño de esta cadena alimenticia que llamamos Sociedad. No hacemos lo que nos gusta, hacemos lo que les gusta a aquellos que consideramos que pueden juzgarnos, unas personas que en su día también fueron juzgadas. Porque queremos un lugar y tenemos miedo a la soledad y al silencio, porque cuando se acabe este mundo, queremos salir en los créditos sin haber hecho nada. Y así, nuestra vida se rige por ello, encontrar la felicidad en los halagos de gente que seguramente un día desaparecerán de nuestras vidas, porque nunca se han molestado en escuchar.

Escuchar, una palabra extraña, tanto como puedan serlo todas las que tengan la vieja letra "ché", que en paz descanse. Escuchar es la mejor medicina para nosotros y para los que nos rodean, y por ello seguramente sea algo que se haya perdido tantísimo con el tiempo. Nos hemos vuelto gente que tiene que hacer demasiadas cosas para sobrevivir como para pararnos a escuchar, y entramos en un bucle en el que no sólo no escuchamos, sino que no somos escuchados.

Amigo, te sorprendería saber cuánto puedes alegrarle la vida a alguien simplemente escuchándole. Pregúntale a tu madre qué tal ha pasado el día. Sonríe. Puede que no te interese mucho lo que te pueda decir, que lo consideres demasiado banal, pero no hay nada de banal en hacer feliz a alguien. Tus mayores tienen muchas historias que contar. No esperes a que tengan que encontrar el momento para decírtelo: pregúntales.

Escucha a tu alrededor y te darás cuenta de todo lo que te estás perdiendo. Tu perro pasea por la casa con paso lento, dedícale un momento. Tu padre, aquel que ves siempre más alto que tú, la autoridad, está ahí. Ve con él, haz que se ría, seguramente su vida es demasiado complicada. Puede que tengas hermanos, ellos pueden ser tus mejores amigos. Escúchales, seguramente creías conocerles mejor.

Escucha. El mundo te habla a cada momento.


miércoles, 29 de junio de 2011

Carta a un banquero

Estimado señor banquero:

Aún recuerdo cómo el Sol se quedaba oscurecido al lado de su sonrisa. Había peleado tanto por aquel día, por aquel momento, que las lágrimas recorrieron mis mejillas, sin querer perderse la estampa más preciosa que mis ojos habían visto. Ella era mi mujer, yo era su hombre. Un susurro quedó ensordecido por los aplausos de nuestra familia y amigos. "Por fin".

Había estudiado informática durante cuatro largos años, rebajando mi dignidad al precio más ínfimo para que una empresa pudiese contratarme y comprobar que era una persona trabajadora, que no me importaba sufrir una humillación, que haría oídos sordos a comentarios fuera de lugar, siempre y cuando me ofreciera un trabajo. Tras el día de mi boda, acudí al banco, a su banco, para pedir la hipoteca de lo que sería mi nuevo hogar. Los empleados de su sucursal me recibieron con una amplia sonrisa y un bolígrafo bien impegando de tinta, pero aquella visita fue meramente informativa. Con mi contrato y con la aval de los padres de mi mujer, me ofrecían una hipoteca de ciento treinta mil euros, treinta y cinco mil más de los que necesitaba para pagar la vivienda. En un principio desconfié, pero mis amigos y conocidos me dieron la idea de invertirlos en comprar un coche nuevo y muebles, y además, la vivienda nunca bajaba.

La siguiente vez que pisé esa sucursal de nuevo lo hice oficial, y a los pocos días más nos mudamos allí. Nuestra vida transcurrió de manera pacífica, mi sueldo cubría todos nuestros gastos e incluso podíamos permitirnos salir a cenar de vez en cuando. Hasta que un día vino ella: mi hija, su rostro era angelical y nos trajo aún más amor a nuestra casa, pero nació con un problema de corazón, y el seguro de mi trabajo no podía cubrir su tratamiento. No pasaba nada, podía estirar mi sueldo y hacer frente a ese gasto prescindiendo de algunas cosas.

Recuerdo que, de camino al trabajo, solía ver a algunas personas que vivían en la calle y pedían alguna monedas a los transeúntes, en especial Manuel, un hombre bastante conocido en aquel barrio. Yo siempre alzaba los hombros y apartaba la mirada, evitando siquiera que se acercara a mi, evadiendo cualquier resquicio de conciencia y haciéndole ver que yo estaba por encima de él. Nunca me dijo una mala palabra, simplemente me observaba pasar en silencio.

Los años transcurrieron, el trabajo aumentaba pero el sólo recuerdo de mi hija avivaba mis energías. Hasta que un día, sin previo aviso, oí entre mis compañeros un comentario acerca de que se reduciría la plantilla de trabajadores, pero aún continué tranquilo, consideré que mi dedicación sería una razón suficiente para que ni siquiera se planteasen la opción de despedirme. Pero no fue así.

Los primeros meses que recurrí al paro todo prosiguió con normalidad, pero pronto me empecé a dar cuenta de los problemas que se venían encima: los intereses de la hipoteca aún engordaban mis pagos mensuales, y el tratamiento de mi hija era innegociable, pero el presupuesto había descendido considerablemente. Comencé pidiendo dinero a mis padres para sobrellevarlo, pero un matrimonio de jubilados no podrían sostener un gasto así. La crisis impidió que encontrase trabajo por más que lo buscara, nadie quería a un informático con experiencia, lo que querían era a cualquier persona dispuesta a trabajar por un sueldo tan indigno que resultaba insultante, con dudosos contratos de nombres aún más dudosos.

Entonces, mi paro expiró, y ningún dinero entraba por las puertas de nuestro hogar. La desesperación hizo que, una vez más, volviese a aquella sucursal donde antaño había pedido dinero, esta vez para tratar de conseguirlo. La vivienda había bajado, y aunque la hubiese vendido aún debería dinero a sus arcas, así que quise recurrir a la dación en pago. Sus empleados volvieron a sonreír, pero esta vez sonreían de una manera que no hicieron falta las palabras. Si se quedaban con mi casa, la deuda aún proseguiría.

Recuerdo que llamé a mi madre entre lágrimas meses más tarde, cuando llegó una carta anunciando el inminente desahucio. Le pedí con todo mi corazón que acogiesen a mi mujer y a mi hija en su casa hasta que diese con la solución, y su decisión hace que hoy aún esté en deuda con ella. La noche antes de El Día no pude dormir, y aún a pesar del calor, el sudor frío hacía que temblase bajo las mantas de mi cama que, por primera vez, noté vacía.

Y cuando el primer rayo de Sol entró entre las persianas, escuché un alboroto descomunal en la calle. Mi preocupación hizo que no le diese importancia, pero cuando escuché a pleno pulmón cantar consignas, mi curiosidad despertó, así que me levanté y me asomé por la ventana. Créame, señor banquero, cuando le digo que nunca en mi vida vi nada igual: cientos de personas se reunían en mi portal, y cuando hice acto de presencia para ellos, aún movido por la curiosidad y sin saber qué ocurría realmente, comenzaron a aplaudirme, y uno de ellos, Manuel, alzó una pancarta hecha de cartón que decía "Mañana duermes en tu casa".

Señor banquero, le escribo desde mi casa, minutos antes de salir a la calle a impedir que haya un nuevo desahucio. Puede que haya pensado que esta carta tenía como meta insultarle por haber comido esta tarde tan tranquilo sabiendo que había dejado a una familia en la calle. Nada más lejos de la realidad: quiero darle las gracias. Gracias por haber hecho que me diese cuenta de la gran persona que podía haber sido y nunca fui, y gracias por hacer que ahora lo esté intentando. ¿Se necesita una razón para ayudar a alguien? Sí, simplemente existir.

Con todo mi cariño:

Alejandro López.

Dedicado a los desahuciados, y a los que no.

martes, 28 de junio de 2011

La prensa: algo fácil de odiar

Como no quiero desprestigiar a nadie, empezaré diciendo que, si una cosa está clara en esta vida, es que los medios de comunicación son esenciales para todo aquello que se quiera meter desde los ojos hasta el cerebro de esos animales algo subnormales llamados humanos. ¿Qué hubiera sido de esas grandes marcas que le deben la mayor parte de sus ventas a un equipo de publicidad bastante bien pagado? Y si al menos el producto no es bueno, siempre pueden ganar algo concursando en una maratón de anuncios, plantándoles cara a nuestros amigos los argentinos.

Sin embargo has de plantearte, cuando acabas envuelto en este mundo, en qué momento dejas de ser lo que empezaste a ser para convertirte en un producto. ¿Por qué, por ejemplo, una marca como Nike o Estrella Levante, emite anuncios por temporada? En mi estancia en "¡Democracia Real Ya!" he llegado a comprenderlo: todo tiene su tiempo, el de difusión y el de actuación, compaginando después breves periodos de nueva difusión para recordarlo, los cuáles dependiendo de la calidad de su actuación tendrán que ser más o menos asiduos, dejando que la vox populi haga el resto.

En lo referente a la publicidad, todo lo que fuese digno de resaltarse y no se haga en esta publicación pertenece a mi ignorancia (un lugar muy grande), no obstante, ¿qué hay de la prensa? Este pequeño gran mundo también reparte publicidad, pero la mayoría de la veces con un aire sensacionalista que puede darse por diferentes factores, normalmente relacionados con los gustos de los dirigentes del noticiero/periódico/canal de radio/"inserte aquí su medio de comunicación". ¿Qué sería lo ideal? Lógicamente, disponer de un medio de comunicación propio por el cuál pudieses emitir tus noticias sin que nadie lo tercie a razón de sus intereses, y aunque gracias a Internet es posible disponer de algo así, es poco probable que llegue a tener una audiencia tan grande como la de los canales de toda la vida.

Por eso es mi deber odiarlos. A fin de cuentas, un director de un medio de comunicación también es una persona con sus miedos, esos miedos que comprenden que te relacionen con algo que, a ojos de otras personas, puedan considerarte parte de ello, parte de un germen que anhela destruir nuestro perfecto mundo. Por ello también es mi deber admirar a aquellos personas que abogan por una prensa real, por aquellos que se limitan a informar sin dejar en constancia su opinión al respecto.

Concluyendo, opino que todo tiene su tiempo: la difusión, el activismo y la información. Potenciar uno de ellos a menudo supone disminuir la atención sobre otros.

domingo, 26 de junio de 2011

Manifiesto del cansado

Me la pela la vida de los que salen en la caja tonta, y la de los que no. Me la pela tu vida, la tuya, y la tuya también. Periodistas sensacionalistas, reporteros borregos y entidades abismales, me la pela vuestra dirección.

Me la pela la vida de la ternera que acabo de comerme, el insecto que acabo de pisar y el corazón que acabo de destrozar. Me la pelan todos aquellos que no pueden ver más allá de su nariz y los que promueven que seamos así por su propio interés, para poder engañarnos a su antojo. Me la pelan todos los que se dejan etiquetar por una tribu urbana, una manera de pensar o un estilo de vida, y me la pela que nunca vayan a comprender que una persona es mucho más que eso.

Me la pela tu cultura de universidad, que presumas de algo para tapar tu gilipollez, esa gilipollez que no se aprende. Me la pelan tus frases sacadas del Google, tus fotos con celebridades y tus ochocientos amigos en Myspace. Me la pelan tus fotos brillantes que tapan tus imperfecciones, la verdadera imperfección se nota cuando abres la boca. Me la pela tu trabajo mileurista y las pollas impegnadas en tu saliva.

Me la pela estar cansado de que me la pele todo. Pensar si estamos sólos, si la vida merece la pena o qué habrá tras ella, todo eso me la pela.

Y, por supuesto, me la pela lo que opines de esto.


Hablemos de revolución

Tú. Sí, hablo contigo. Puede que nos conozcamos, puede que prefiramos creer eso, o puede que ni siquiera hayamos hablado nunca, pero estoy hablando de ti. Sé que no te has impresionado, ¿qué te impresiona de este mundo? Escoge la mejor postura, porque tengo algo que contarte.

Tú, que dejas que tu mente vague en un mar de corriente fuerte, y sin embargo sobrevives y continúas un camino que con valor has decidido tomar. Tú, que hace oídos sordos a recomendaciones que no velan por tu felicidad, sino por la de aquellos que pretenden absorberte en un agujero que nunca se mueve, que nada vale. Que nunca sacrificaste tus principios por una amistad o un amor, que velas por un pensamiento en peligro de extinción, por un estilo de vida o por un simple rayo de Sol al alba que, donde los demás ven la banalidad, tú dejas que resida tu felicidad.

Tú, guerrero de tu propio reino, de tu propia bandera. Rey y vasallo del castillo que en tantas batallas luchó en solitario. Que te levantaste tras cada derrota con nuevas heridas pero nunca hincaste tu rodilla, que cada triunfo sirvió para convencer a alguien, y cada pérdida para convencerte a ti mismo. Conquistar tu mente no es una opción, la muerte es innegociable.

Soy tu amigo incondicional. Soy tu aliado, tu apoyo, soy el que corre en tu camino. Nunca te defraudaré, tú eres mi esperanza, y la esperanza de un mundo que aún te desconoce. Ni el más fuerte de los vientos podrá apartarme de tu lado, ni el más profundo de los hoyos hará que mis ojos te pierdan.

Yo soy como tú.

Es hora de comenzar nuestro reinado. Adelante.

sábado, 25 de junio de 2011

Tú y mis circunstancias

Tranquilidad,
una copa de vino tinto
y un grito en la oscuridad,
fantasmas en una habitación
a la que no volveré a entrar.

Dos centellas que desquebrajan
los muros de mi soledad,
toca a mi puerta, suave,
y si nunca recibes respuesta
déjame en paz.

Miro al espejo,
nada nuevo puedo contemplar
porque me lo arrebatas,
me robas mi propia vida
y pretendes que te dé las gracias.
¿Hasta dónde puedes llegar?

Lléname la copa,
prefiero esperar
a que te tropieces
con la melodía del infierno,
una pieza compleja, mi música,
que tú no sabrás bailar,
que tú no podrás bailar.

Un grito en la oscuridad...
es tu voz la que suena,
lo lamento... otra vez será.

El Origen

¿Quiénes somos?
¿De dónde venimos?
¿A dónde vamos?

¡Me importa una mierda! Yo sólo quiero saber El Origen.

Pero... ¿qué es el Origen? Hay teorías de que El Origen fue la primera vez que el ser humano cometió un error. Si algo nos caracteriza por excelencia respecto a cualquier otra cosa, viva o muerta, es que somos imperfectos. Puede que el hecho de existir sea en sí un error, y la repercusión que tengamos en este mundo, sea cual sea, siempre será perjudicial.

Sin embargo, otras historias cuentan que El Origen reside, propiamente dicho, en el nacimiento de nuestra especie. Esta teoría la descarto, pues todos sabemos de dónde venimos. Y hablando de esto, dejaré una pregunta en el aire, ¿para qué sirven las cigüeñas? Creo que es la raza más absurda e inútil de este mundo, sólo se comen nuestros peces y vuelan en nuestras rutas aéreas. ¿A quién le importaría que dejaran de existir? A mi no.

Pero sigamos haciendo conjeturas. ¿Qué es El Origen? En cualquier lugar menos en Holywood, donde defienden fielmente que es una película, siempre se ha relacionado El Origen, en mayor o menor medida, a una religión existente (véase el catolicismo, judaísmo, pastafarismo, mecagoenismo y varias religiones más alternativas, como la religión Jedi). Esta suele ser la opción que adoptan aquellos que no desean buscar las cosas por sí mismos, y prefieren fiarse de lo que diga un libro, un señor son sotana u otro señor con un gracioso sombrero que tiene menos utilidad aún que las cigüeñas. Por culpa de esta confianza que tenemos con el prójimo, fusionada con nuestra vagancia mental, domina el mundo una panda de interesados que sólo velarán por nosotros cuando su huevo izquierdo se ponga de acuerdo con el derecho. ¿Será eso El Origen? Quién sabe.

Finalmente, los más sabios llegan a opinar que El Origen no se conoce hasta que tu muerte es inevitable; es un secreto del que no nos pueden privar, pero que a su vez ha de ser guardado para que el ser humano no lo utilice para sus oscuros beneficios. Posiblemente esta es la historia más intrincada y más interesante, pues su base es, cuanto menos, lógica (al menos por la parte que a los humanos nos toca).

Como conclusión final, yo seguiré buscando El Origen por mi cuenta, intentando alejarme lo más posible de todas estas teorías que bien podrían ser todas una distracción para alejarnos de la verdadera meta. Es un tema con el que no puedes depositar confianza en nada cuanto conozcas y vayas a conocer. Recordad: nuestro planeta nos necesita, sed cautos, todos somos malos.

Dedicado a Koke Sada.


miércoles, 22 de junio de 2011

Todo es muy extraño

¿Nunca has tenido esa sensación de que, cuando descubres algo por lo que habías sentido una indiferencia tan grande que hasta podías confundir con adversidad, te comienza a gustar tanto que tienes miedo? Malditos quinceemeros, ahora tengo un sutil interés por la política que me hace pensar... ¿me estaré convirtiendo en lo que nunca quise ser, o es justo lo contrario?

Hay quien dice que esto es vocacional, pero lo descarto: nada que nos afecte a todos puede ser vocacional, es más, debería venirnos de serie. Aunque claro, si fuese así, ¿quién se iba a aprovechar de nosotros? Y aquí nace la leyenda de una conspiración (¿Conspiración? ¡Pero si todos lo sabemos!). La política es un mundo complicado, más por los aspectos que comprende que por su terminología en sí. Un buen político debería saber sociología, economía, inversión, activismo, pornografía, golf, música de tendencia suicida... no os lo podéis imaginar. Lo peor de todo es que, en cuanto aprendes poco, tienes la sensación de que has aprendido demasiado, y si eres un poco fanático te arriesgas a perder tu vida pasada para convertirte en un producto del combate entre ideologías. Es tremendamente grotesco.

Sin embargo, y como todos sabréis, hay un movimiento surgido en España conocido por varios nombres: 15M, Spanish Revolution, Democracia Real Ya y varios nombres pegadizos más, seguramente inventados por el discípulo de Risto Mejide. Pero que no te engañe mi ácido tono para con esta gente que considero "mi gente", aunque tenga diferentes nombres y se estructuren como diferentes plataformas, al final todo es lo mismo; sus diferencias son inapreciables en comparación con sus similitudes. Hay gente de todo tipo: obreros, gente de izquierdas, gente que no es de derechas... podría estar todo el día numerando. Nuevamente, no deseo que me malinterpretéis (aunque para algunos eso de "malinterpretar" os pueda sonar a burla), simplemente es una tendencia lógica: si bien es un movimiento que para nada está constituido como de izquierdas, sí es verdad que nuestros hamijos "Les fachas" no desean saber nada de ello, incluso evitan que les relacionen de cualquier forma con alguien interesado o activo en él. Supongo que es normal: a quien vive mejor que los demás no le interesa que todos vivamos igual.

En Torrevieja especialmente, el panorama es una mezcla entre esperanzador y cómico: desconocía hasta ahora que en este pueblo hubiese gente tan dispar e interesante, gente con los que puedes mantener una conversación alternativa que no trate sobre plantaciones de marihuana, Gran Hermano y José Mourinho. Os puedo asegurar que no hay ninguno normal, empezando por filósofos de dudosa moralidad, continuando por politólogos que se ríen de la misma vida, y finalizando por un sinfín de degenerados, trastornados y buena gente en general. Un amor.

¿Qué nos depara el futuro? Seguramente nada bueno. Pero que nos quiten lo bailao'.