Pero no era ningún cazador, eras tú. ¿Qué estabas haciendo? Me llevaste a una cabaña cercana y encendiste un fuego para calentar un caldo. Tan extrañamente agradable me resultó que motivaba aún más mi desconfianza. Me hacías preguntas, pero nada tenían que ver con una superficial curiosidad o cortesía, sino que verdaderamente te importaba lo que pensaba. Y conforme pasaba el tiempo, sentía cómo me absorbías el aliento, y no podía dejar de mirarte.
Pero cansado por la caída y adormilado por tu cariño me quedé dormido, y cuando desperté ya no estabas allí. Te odio. Por negar que perteneces a mi mundo, por evitar que yo pertenezca al tuyo. Por dejarme acompañado del miedo. Por conseguir llevarte aquello que vendo más caro: mi amor. Por desaparecer.
Un día volviste a la cabaña. Encontraste un cordel atado en el pomo de la puerta. Era extraño, aquel cordel se alzaba hacia el cielo y desaparecía en el horizonte, ¿hasta dónde llegaba? Y encontraste una nota que decía "He vuelto a mi mundo, pero tira de éste cordel de vez en cuando hasta que vuelva a ti. Por lo que me debes. Por lo que te debo."
Si algún día puedes, deberías analizar todo esto con la frialdad de un psicópata y concluir que, sencillamente, tu cuerpo pide afecto y se sirve de tu alma para lograrlo. Al fin y al cabo, es primavera.
ResponderEliminarDespués de todo ¿Realmente le debes algo?
P.D. Perdóname si me equivoco, tengo facilidad para hablar de temas que no me conciernen como si realmente los entendiera. Me sirvo de mis propias experiencias para interpretar tu texto.
A veces se encuentran mundos tan parecidos que asusta el hecho de unificarlos.
ResponderEliminarSi volvió, significa que jamás olvidó que te hizo caer... tal vez ahora tire del cordel y no quiera marcharse nunca más, o... quién sabe, puede que decida que lo mejor es que sigas volando en tu globo sin ella.