viernes, 9 de marzo de 2012

Quizás me olvidé de llorar

La vida es demasiado corta como para desperdiciarla haciendo algo útil. A veces me pregunto por qué nacimos tan privilegiados de nacer con criterio propio y, sin embargo, preferimos que nos manejen y que nos acerquen el cucharón a la boca. ¿Quién nos ha hecho tan confiados como para creer que alguien velará por nosotros? Cómo es posible que en éste mundo la probabilidad de sentirte sólo es directamente proporcional a la cantidad de gente que te rodee. Por qué tenemos un amor en cada libro, cada canción y cada lugar aún por descubrir, y elegimos el amor que nos espera en el fondo de una copa de vino picado, en la presión de una jeringuilla cargada de heroína o en la desfigurada forma de los píxeles de la televisión.

Todos estos pensamientos, aunque aparentemente inconexos, todos pertenecen a ese mundo de mi cabeza en el que hay un cartel en la valla que reza: "No pasar, peligro de muerte". Durante todo éste tiempo creí que los había desterrado de mi reino, pero lo cierto es que me estaban conquistando con desesperante astucia. La felicidad, que era la representante de mi pueblo aclamaba que su rey hiciese algo, pero en vez de ello, el monarca prefirió sentarse en su trono y aguardar. Ahora no hay nadie. Quizás me olvidé de llorar.

Antaño hubo alguien que me dijo que llorar era una silenciosa purificación del alma, que la naturaleza es sabia y no nos creó sin un sistema para deshacernos del veneno que nosotros mismos habíamos creado. Y que, cuando notase que mis dedos temblaban a descompás del viento, cuando mis ojos amaneciesen oscuros y perdidos, o cuando estuviese demasiado cansado para respirar, quizás lo más sabio era llorar. Abaratar cada palmo de tierra para regarlo con las esperanzas de alguien que desease un mundo mejor.

La vida es demasiado corta como para desperdiciarla haciendo algo útil.

1 comentario:

  1. Para mí llorar significa desahogo y liberación, aunque, al parecer, hace años lloré demasiado y se me secaron los ojos. Eso a veces me hace sentir una inmensa desolación en mi interior.

    La soledad, Unai, es más que la ausencia de personas a tu alrededor. Se puede estar rodeado y sentirte solo, aunque a mí me gusta pensar que la soledad no existe mientras haya alguien que piensa en ti en algún momento.

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