martes, 15 de mayo de 2012

Sólo con cerrar los ojos

Hoy podría escribir los versos más tristes. Palabras unidas que formarían las cadenas del llanto, hilar con cariño cada letra para mostraros el verdadero Infierno. Podría mataros con cada sílaba, incluso quitaros lo bailao' con tan sólo una frase. Podría hacer que soñaseis con vuestros peores miedos tras leerme, que os arrepintáis cada día de vuestra vida por haber echado un inocente vistazo.


Pero por alguna razón, sólo se me viene a la cabeza la palabra Batán. Un batán es una máquina compuesta por una rueda hidráulica que, al ser accionada por el agua, deja caer y después alza de nuevo unos mazos que golpean los tejidos para que queden más tupidos (proceso que se conoce como abatanar). Recuerdo que la primera vez que fui consciente de ésto fue al leer Un Mundo Sin Fin, de Ken Follet, en el que el protagonista inventaba un rudimentario batán en un molino. Si algo me gusta de ese libro es el grandioso detalle con el que describe las cosas, pues ni siquiera he tenido que ver uno para saber cómo es y cómo funciona.


A veces, si cierro los ojos, escucho los martillos caer sobre la lana... 

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